28/1/10

Humo

-¿Todavía me querés?- Preguntó ella. -Si- contestó él muy tímidamente. -Al final, sos el mismo infeliz de siempre-, dijo ella. Y siguió: -te espero en la parada de tu colectivo, te veo llegar. Cuando me doy cuenta que me viste, te miro con desdén, te echo el humo de mi cigarrilo en los ojos y te doy vuelta la cara. Me subo detrás tuyo, me siento junto a vos y te pregunto si todavía me querés. Y tu respuesta es la de un pobre diablo sin dignidad-
Él escuchaba todas las palabras que ella decía con la cabeza gacha. Como cuando su padre lo retaba. Las ideas se le iban amontonando asustadas en un rincón de su cerebro, pero sus pensamientos no eran claros. Tenía la garganta seca, los músculos rígidos, los párpados húmedos. Él levantó la cabeza y se chocó con la mirada (de ella) llena de un odio brillante, y una boca que encendía otro cigarrillo y le echaba otra vez el humo a los ojos.

Clase de e-lógica

En la creencia popular, asociamos la palabra "pequeñito", a algo "más que pequeño". Sin embargo, haciendo un análisis detallado, encontramos que:

* El sufijo "ito", es diminutivo de la palabra que lo precede.

Así, el vocablo "pequeñito", nos da la idea de algo "menos que pequeño"(ya que, como dijimos, el sufijo "ito" disminuye la palabra que lo precede)

A no desesperar, que la solución para resumir la frase "más que pequeño" está entre nosotros: "Pequeñón". Y ahora sí, con el aumentativo como sufijo, (y un neologismo) volvemos a poner el Universo en orden.
Hasta la próxima clase de e-lógica

26/1/10

Barranca abajo

Cuando siento sueño, la sensación es de cansancio en las piernas, como si hubiera corrido una maratón de ciento cincuenta kilómetros (¿existirá alguna tortura por el estilo?), y de los párpados que se caen; me cuesta articular una frase con coherencia y cohesión, hablo mucho más lento que de costumbre.
Por otro lado, los síntomas de una baja en la presión arterial (diciendo esto, me siento un médico en una publicidad de un yogurt del que, para mostrar autenticidad, muestran la matrícula profesional, como si uno fuera a tomarse el trabajo de buscarla y comprobar). Decía que cuando me baja la presión, siento un hambre atroz: la boca se me hace agua, y tengo una necesidad imperiosa de comer cualquier cosa que tenga a la mano. Dicho de otro modo, me transformo en un ser primitivo, que solo necesita saciar su gula.
Pero lo que me pasó esa mañana, no tuvo nada que ver con lo que acabo de describir. Los síntomas de “eso”, fueron otros. Intentaré explicarme: esta misma mañana me encontraba sentado frente a mi computadora, cuando en un momento determinado tuve esa rara sensación. Sorprendido, miré a mis compañeros de oficina para ver si ellos también la habían tenido. Nadie se sorprendió por nada. O quizá también estaban pasando por lo mismo que yo, y fingían indiferencia. Estúpidamente miré el piso, luego los apoyabrazos de mi silla y por último, la silla misma. Todo parecía estar en perfecto orden. Claro que hablar de orden en este estado mental (así quise llamarlo), era bastante inexacto.
Siguiendo el método científico, realicé algunos ensayos más, a fin de constatar que el problema era sólo mío. Salí al pasillo, miré a la gente caminar. Para mi sorpresa, todos caminaban de modo normal; o, al igual que mis compañeros de oficina, también simulaban.
En este punto, mi confusión mental aumentó, e intenté pensar que a todos les pasaban cosas extrañas (de cualquier índole), pero lo disimulaban cuando salían al pasillo, a la calle. Pero contrariamente a lo que yo creía, mi pensamiento no logró calmarme ni mucho menos. Porque vinieron otros pensamientos laterales arremetiendo con una ferocidad inusitada, que hicieron más amarga y solitaria mi tragedia silenciosa.

22/1/10

Para recordar que no somos nada...

En verdad somos como troncos
de árboles en la nieve.
En apariencia sólo apoyados en la
superficie, y factibles de ser
desplazados con un pequeño
empujón. No, es imposible,
estamos firmemente
unidos a la tierra.
Pero cuidado, también
esto es pura apariencia.

Los árboles- Franz Kafka

Asimetría

Ellos se miran con profundidad infinita; con la complicidad de los amantes que no necesitan hablar para saber lo que el otro quiere decir. Se miran largamente, se estudian cada gesto de la cara.

Mientras la observa, él piensa en el día que la conoció, en cómo ella sonreía y se movía graciosamente. Recuerda los viajes juntos a las montañas, a las playas desiertas. Sueña con una vida entera a su lado, con niños corriendo por el patio de una casa con un gran parque; envejecer juntos, ser inseparables compañeros de viaje.

Mientras ella lo mira, piensa. Qué tipo pelotudo este Juan Carlos

21/1/10

Adentro de unos zapatitos negros

Adentro de unos zapatitos negros
Los pies de un niño pequeño
Unos pies de ocho años
Que atraviesan veredas desiertas
La mañana
Mediodía de un domingo

La vereda se eleva apenas algunos centímetros sobre la calle de adoquines y desemboca en paredes amarillentas de casas en silencio que se recortan y se pegan en el cielo.

Algún pájaro –quizás perdido- atraviesa el sol y el aire caliente le entra en los pulmones y entonces chilla desesperado, da un grito conmovedor y


Antes de detenerse
Y que la cabeza se incline hacia arriba
Buscando ese grito de muerte
Los zapatitos negros tropiezan
Y las manos sueltan la botella
Que se hace trizas contra suelo caliente


Y entonces esos piecitos de ocho años que no piensan y hacen que el cuerpo se incline y junte los pedazos de vidrio y de vino que ya empiezan a mezclarse con la sangre de las heridas de las manos.
Y correr hasta la casa, sortear la puerta cancel apenas abierta, esquivar el perro y mamá preguntando nene por qué por qué por qué.

18/1/10

Lunes

La espera del milagro del domingo trae aparejada la llegada del antimilagro: el lunes.
Este día es una suerte de pequeña desgracia recurrente: una angustia que se despierta con nosotros y, si la suerte nos acompaña, se va desvaneciendo conforme el día pasa.
Pero las cosas no son tan fáciles si uno se despierta después de no haber dormido, extraña paradoja si las hay. Y peor puede ser la situación si uno se levanta siendo Franz Kafka. O Gregorio Samsa. Entonces:


Lunes
Antimilagro
Kafka- Samsa-


Y así, la cucaracha con la manzana clavada en la espalda y la herida que va cerrando alrededor de la fruta que al mismo tiempo se va pudriendo e infectando todo.

Por si fuera poco, hay que ponerse el frac, maquillarse de persona y salir a trabajar como si nada.
Pero los compañeros de trabajo se han dado cuenta de todo. Salvo de la manzana que se pudre.
Y lo saludan a uno intentando adivinar unos ojos de persona debajo de antenas de cucaracha.
Pero saludan de lejos. Porque estos animalejos dan asco. O quizá han visto la terrible mancha de mate cocido en mi remera de lunes de cucaracha, manzana y antimilagro.

17/1/10

Domingo

A veces los domingos se esperan milagros que nunca llegan. Pero pasan otras cosas mientras se mira el techo y se escucha alguna música lejana y ajena a nuestro mundo de esperademilagros.
En la espera pasa el tiempo,

por debajo de los zapatos
los costados de los hombros
por el ala del sombrero
por las mangas del frac
transpirado en el verano

Y el tiempo sigue pasando como mezcla de viento y arena y tormenta y erosiona la piel y aparecen surcos arrugas
y gasta los huesos
y ciega la vista.