26/4/10

Las confesiones de Enrique III

Una invitación a la que tan díficil es escapar: cena con compañeros de trabajo.
Enrique ensayó varias excusas, pero con ningua logró disuadir a sus colegas.
No necesariamente lo querían; su presencia tampoco era de lo más grata en el ambiente. Simplemente tenían curiosidad en saber cómo era la familia de una persona tan particular. Porque de eso se trataba: de una cena con compañeros de trabajo, a la que cada uno asistiría con su cónyuge e hijos.
Como las excusas no habían dado resultado, Enrique optó por hacer lo que mejor sabía: se paró delante de todos en la oficina, y sin hacer ninguna introducción, gritó "no tengo familia".

Romualdo

Ahí anda Romualdo. Otra vez borracho de tanta tristeza que juntó esta noche.
Se tambalea y golpea contra las paredes de las casas viejas, y contra los árboles al borde de la vereda.
Desde acá podemos verlo: ya no lo seguimos como antes. En otra época era divertido ir detrás suyo, ver cómo se paraba frente a los árboles en los cuales apoyaba uno de sus brazos y hundía la cara en él. Ahí empezaban (o seguían) las convulsiones, las sacudidas del cuerpo. Algunos de los chicos decían que tenía epilepsia; pero otros (lo más racionales) sostenían que era un acto reflejo del cuerpo cuando uno quería dejar de llorar. Y después de eso, seguía a los tumbos, secándose las lágrimas y los mocos con la manga sucia de su camisa. 
Pero ahora todos entendemos su tristeza. O al menos, la respetamos: Romualdo toma vino del más barato en el boliche de enfrente de mi casa. Mientras bebe, saca un papel de su bolsillo y lo mira fijamente. Después sigue atento al cartón, y llega rápido al fondo. Cada noche más rápido. Y cada noche Romualdo es más pobre y más triste.
Cierta vez, hubo de dirigirme la palabra, pero yo me quedé tan sorprendido, que no alcancé a comprender las palabras que me dijo antes de irse a doblar su esquina y a perderse en su antebrazo flaco y huesudo y mojado por sus lágrimas.
En el barrio, algunos dicen que el papel que saca de su bolsillo mientras bebe, es la foto de su hija a la que no ve desde hace muchos años. Otros en cambio, sostienen que es una carta que le dejó su amada antes de partir y dejarlo para siempre.
Sea como fuere, Romualdo está triste y solo. Y camina tambaléandose.

21/4/10

Remera sucia,

                               cucARacHa contenta.


Dice el refrán.

Citando a Balzac

Pero debes aprender una cosa, imprimirla en tu mente todavía maleable: el hombre tiene terror a la soledad. Y de todas las especies de soledad, la soledad moral es la más terrible.
Los primeros ermitaños vivían con Dios. Habitaban en el más poblado de los mundos: el mundo de los espíritus. El primer pensamiento del hombre, sea un leproso o un prisionero, un pecador o un inválido, es este: tener un compañero en su desgracia.
Para satisfacer este impulso, que es la vida misma, emplea toda su fuerza, todo su poder, las energías de toda su vida ¿Hubiera encontrado compañeros Santanás, sin ese deseo todopoderoso? Sobre este tema se podría escribir todo un poema épico, que sería el prólogo de El Paraíso perdido, porque El Paraíso perdido no es más que la apología de la rebelión


Balzac, Los sufrimientos del inventor.

Libertad I

Allá por noviembre de 2006, mi amiga Carla me regaló un hermoso libro, con una dedicatoria que me tomo el atrevimiento de transcribir.

El ser humano es el único animal que se dedica a encerrarse a sí mismo; se ata y se pone prohibiciones. Nace libre, pero la libertad es demasiado grande para entrar en sus pequeñas manos. Por eso le huye y, por sobre todo, le teme.

Creo que dentro de las muchas características que describen al hombre, la más importante es ese miedo que le tiene al gigante llamado LIBERTAD.

14/4/10

Borrador sin inspiración

Les dejo ese borrador contaminado con los pensamientos del autor:


Donde debiera haber     (Mmm... ¿Que tiempo uso acá? ¿Qué le pongo...?¿"Debiera o Debería"?¿A quién mierda le pregunto? ¿El diccionario? Igual eso no va a estar en el pequeño Larús, que de pequeño no tiene nada, por cierto. ¿Le habrán puesto así porque lo escribió un chico? Bueno, no sé donde está el diccionario. Mah si, le pongo lo que venga, quien carajos me va a venir a corregir)

Donde debiera haber silencio
ahora está el ruido de las palabras  (Que pedorrada... Muy cursi... ¿Donde voy con esto? Por las dudas, sigamos, no sea cosa que salga algo bueno)

Donde debiera haber silencio
ahora está el ruido de las palabras
ganándose el infinito de la noche       (Qué??????? ¿De donde salió esto? Menos mal que hay amigos que lejos de criticar, me hacen creer que escribo bien... Pero che... Ahora me parece que me aprovecho de esa bondad porque sé que no me van a putear por cualquier boludez que ponga...¿Sigo? Bueno, dale, unas líneas más... Pero pará... Vos no te vas a creer ese chamuyo que le decís a todos... Ese que las palabras aparecen solas, hacen una historia y bla bla bla... Uf...A ver...)


Donde debiera haber silencio
ahora está el ruido de las palabras
ganándose el infinito de la noche, 
sumergiéndose en el mar               (BASTA!!! Hoy sí que no es mi día. No salió nada. O sí. Que lindos recuerdos en la facultad: que hija de puta la profesora de legislación, y cómo le rompí el orto con los tiempos verbales. ja! ja!)
¿Quién vio alguna vez basura debajo de la alfombra? Nadie. ¿Por qué? Porque es más fácil juntar la mugre  con palita que tirarla debajo del sucinto adminículo.
Frase refutada.

PF

Running over the same

old ground...

Have we found same old fears?

12/4/10

séver lA

¿Un mensaje en una botella?¿ O una botella en un mensaje?
No sé. Igual te quiero.



Dedicado a vos, Deb. Con todo mi cariño. Y porque además cantás tan lindo.

5/4/10

Mascarita

Las noches frías aparecías con tus vidriosos ojos grandes. Apenas nos saludábamos. Todo estaba pactado de antemano (sin decir nada, por supuesto).
¿Te acordás, Mascarita? Salíamos casi todos los miércoles a caminar el silencio de la ciudad. A mezclarnos entre las sombras de los fresnos; a conversar sobre la magia de Pink Floyd, la tragedia de Kafka; a buscar los absurdos tesoros y descubrir los pequeños misterios escondidos debajo de las veredas casi siempre rotas.
Cierta noche helada me esperaste con tu tapado largo, y salimos a deambular como siempre. Había una extraña neblina mezclada con humo que nos hacía toser. Después de doblar varias esquinas sin pensar, nos encontramos delante de la Cruz.
Nos miramos extrañados, pero enseguida comprendimos: habíamos hallado uno de aquellos tesoros. Un templo al aire libre, una iglesia a la intemperie. Ninguno de los dos recordaba haber visto a alguien cruzar las rejas y caminar hasta el altar del fondo. Nos reímos del absurdo. Pero el tesoro más grande, estaba delante de nuestras narices, y no en la Cruz. Era una placa, que decía más o menos así:

2/4/10

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una mañana negra
una tarde gris
una noche blanca

a TravÉs de la ventana de los ojos apenas abiertos
espiando casi desde los sueños.

Adivinar una mano
una pierna
una cintura

En el laberinto de sábanas
frazadas y almohadas
después de una noche
de dedos que se buscaron
se encontraron
y se amaron.

Roach

El dolor abdominal es es inicio más natural: el movimiento involuntario, doblarse hacia adelante para estar más cerca de suelo y que la transformación siga su curso irreversible.
La manzana se pudre en la espalda y duele. Pero también el corazón se pudre y duele aun más.
Ahora hay que buscar un escondite. Tal vez para siempre. Porque otra vez las antenas. Y los ojos negros brillantes. Y la gente que mira con asco, queriendo pisar.