29/12/11

La simetría, siempre la simetría mal hecha. Tan mal hecha que ni de asimetría se puede hablar. Tendríamos que inventar una palabra nueva para describir la situación. Debería ser un híbrido para conjugar asimetría, injusticia, resignación, locura y muerte: elevarlo a la quinta y listo. Neologismo.
Y esa palabra sería la perfecta descripción del amor, de cualquiera de sus aristas desparejas; del lado donde se ama sin ser amado, y donde se es amado sin la correspondiente correspondencia. Y también están los términos medios, donde uno arriesga todas sus cartas, y el otro se guarda algo. Y así vamos, nunca dando en el blanco, pensando, creyendo y sosteniendo cada vez más que la soledad es el único camino. El único.

21/9/11

Última vez

El viejo se rasca la cabeza, mira hacia  arriba, luego hacia abajo; saca una mano del bolsillo y se la lleva al mentón. Mirándose la punta de los zapatos, abre la boca pero la cierra rápidamente, como arrepintiéndose o avergonzándose de lo que iba a decir. Por fin, (sin dejar de mirarse los zapatos) larga la primera frase.
Yo oigo solamente “mate”, y le pido que por favor repita. Hay algunos segundos de silencio. Aprovecho para dar una ojeada a la habitación: paredes blancas con manchas de humedad, poca luz, cortinas amarillentas,  Que nunca se sabe cuando te estás tomando el último mate con alguien, le escucho decir.

La entrevista estaba pautada para hablar algunas cuestiones de política actual; pero con este buen hombre nunca se sabe, y todo parece indicar que las cosas irán por otro lado.
Imagine usted –dice dirigiéndose a mí- que un día, por esas cosas de la vida, no ve más a la persona con la que ayer tomaba mates como si nada. No habría manera de saber que iba a ser la última vez, salvo que haya algunas cuestiones premeditadas.

- ¿Hablamos de muerte? – pregunté extrañado.

No necesariamente – respondió- Tampoco hablamos de asesinatos, de exilios, de escapes raudos. Simplemente imagine eso. Un buen día, la situación desaparece por algún motivo, o la otra persona se esfuma. Piénselo de otro modo: invita usted un amigo a comer un asado, y éste lo despacha con que se hizo vegetariano: luego de las bromas correspondientes, la incredulidad, las preguntas de rigor y por fin, la aceptación de la situación, uno piensa inevitablemente en el último asado que compartieron, las cosas de las que hablaron, cómo se rieron a carcajadas pensando en la joda que le hicieron al Negro Ramírez. Luego de ese recuerdo, sobrevendrá la angustia, el sabor amargo de saber que algo no volverá a ser. Acá no hubo muerte, no hubo exilios ¿Me entiende?

Antes que pueda yo responder, vuelve a su reflexión.

- ¿Cómo sabremos si estamos conversando por última vez? Claro que la muerte –disculpe que insista- puede tener una influencia en todo esto, y vaya si la tiene. Pero ahora me refiero a otras cosas. El hombre, según han dicho, habita en una estupidez sin límites. Sabiéndose mortal y nimio, actúa como dueño de una vida eterna ¿Acaso no le parece eso una estupidez? ¿Una hipocresía? ¿Cuándo nos preguntamos por los días últimos? ¿Por qué no tenemos a la mano Los Árboles para darnos cuenta donde estamos parados? ¿Qué nos hace creer que no habrá última vez, aunque no hablemos de muerte? Esa es la naturaleza del hombre. Esa es nuestra naturaleza. Pero no se alarme. También están los otros. Los que creen que se puede hacer algo. Los que piensan en disfrutar el mate como si fuera el último. Esos también están equivocados. En la primera esquina se olvidan de eso, y siguen como si nada ¡no se puede ir en contra de la naturaleza!...

Y esa fue la última palabra que escuché. El viejo se había puesto muy pesado.

Happy New Year

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.

Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.

¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.

Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.

Así la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.


Julio Cortázar

2/8/11

Perdiste

Perdió una excelente oportunidad para callarse la boca (para dejar sus sueños donde siempre estuvieron (del lado de adentro (siempre de adentro (porque al fin y al cabo ¿para qué sacarlos?(si siempre la persona equivocada ( los ojos o  los oídos de la persona equivocada (de esa persona que mira y escucha  sorprendida y no entiende lo que ve o lo que se está diciendo (suponiendo que a esta altura siga viendo y escuchando (y luego lo de siempre (el arrepentimiento de haber hablado (y la fase del dolor de cabeza (y correr a refugiarse en lo hondo de muchísimos paréntesis (y muchísimo silencio (y no menos lágrimas (para después volver a salir al mundo con la coraza más dura que antes (y como si nada hubiera ocurrido (y más gris, (y más sombrío (y solitario (que antes))))))))))))))))))))))))))))

14/7/11

Borro y empiezo por segunda vez. Quizá haya terceras o cuartas veces. En tales casos, ésta segunda nunca será vista: sí las demás subsiguientes. Pero puedo seguir un poco más, y quizá la segunda tenga mejor suerte que la primera que ya fue borrada, y aun mucha más suerte que la tercera o la cuarta que jamás fueron escritas. O quizá la suerte fue para las terceras o cuartas que nunca existieron, aunque les debe quedar la duda de cómo deber ser existir. En fin, el hecho es que borré y empecé de nuevo, porque antes había escrito algo que no me acuerdo, y ahora pienso que mejor no acordarme de eso que escribí, ni de tantas otras cosas que no escribí pero hice.
Hoy me trajo por acá el paradójico desgano de no hacer nada pero. Sucedió que lo visité a CapoCósmico, y le leí algunas cosas tan tan tan puras, que me dieron ganas de calzarme las zapatillas de lona, la remera de He-Man y salir a caminar por la calle a morirme de frío y quizá escribir en algún papelito alguna idea tonta; alguna idea que al principio pueda parecerme genial, pero con el correr del tiempo otros pareceres se apoderan de mí y entonces acá el de las buenas ideas es Cortázar y así abandono mis ideas y me voy a las suyas, más cálidas y.
Pero antes de todo eso -venía diciendo--venía escribiendo-- que me crucé con Leo, ese primo que me copió el apellido y que cosas tan raras dibuja y escribe, y aun antes de eso me crucé con un hermano que anunciaba  su felicidad por la llegada de otro hermano lejano, al tiempo que yo pensaba en el ohotro hermano y también se me ocurriría decirme, la pucha cuántos que somos, y que yo también estaba contento. Y casi junto con todo eso, digo, decía, que despelote me hice con los verbos, si me viera mi "seño" de Lengua qué diría, también suponiendo que ella pudiera decir algo en el caso que siguiera viva.

30/5/11

Creo que ya ha corrido mucho puente debajo del agua. Tanto dar vuelta la cosa, no se termina sabiendo cuál es el derecho y cuál es el revés. Entonces el resultado es más que claro. Lo que primero fue confusión y contrariedad, transmuta en una forma cómoda, cálida y acogedora. Y ahí dan ganas de descansar, tirarse una siesta y dejar que los pensamientos se acumulen donde quieran. Al final (o al principio) la única trinchera que nos pone a resguardo de ellos son nuestros sueños. Mejor dicho, el sueño. Cuando dormimos, estamos a salvo de las cuentas, de los divorcios, de los amores no correspondidos, del pasado que pudo ser y no fue porque Carlitos pateó mal el córner. Se me dirá que durmiendo aparecen los sueños (ahora sí), esa extraña forma de pensar sin pensar. Pero no. Los sueños no son pensamientos. Son otra cosa más amistosa que nos abandona apenas nos despertamos. Entonces... Si los pensamientos nos abandondan cuando dormimos, también deben ser la forma amistosa de algo mucho más terrible.

30/3/11

algO sin puntos comas ni nada interesante

Primer acto
Sol Tarde de otoño apenas pasado el mediodía
Mariano se procura los primeros acordes de una zamba Santiago mira espera pacientemente Los rodea un silencio con gusto a pasto recién cortado

Segundo Acto
Mariano Si Menor- La Mayor- Si Menor otra vez La apertura de la boca para largar la primer frase se interrumpe por el timbre de un teléfono Santiago atiende Ofuscado Con pocas ganas Con más ganas de decir no jodan que otra cosa Pero atiende igual Cinco segundo corta Se queda serio Acaso triste
Quién era pregunta Mariano Un recuerdo responde Santiago mientras gira ciento setenta y ocho grados y mira el horizonte y piensa algo que no puede poner en palabras

Tercer acto
Santiago vuelve a la posición inicial se sorprende busca a Mariano pero no lo ve no lo encuentra se confunde y otra vez piensa

Cuarto acto
Mariano no está
También se convirtió en recuerdo
Tan rápido

28/3/11

Pregunta

Si un café puede ser descafeinado, una galletita ¿Puede ser desgalletitada?

Pa´ vos, Cachetada

16/3/11

Chau loco, andá con cuidado.

(con cuidado de no volver)

11/2/11

Friday. One Day. Some day

En la perfecta simetría de la realidad. De las palabras. De las palabras sin implicancias, de las palabras gratis. De esas que se lleva el viento y a nadie le importan. De esas que.
Una flor amarilla sería necesaria para condensar el estúpido absoluto, la conjunción inexorable de las cosas. Pero en cambio, hay palabras inconducentes, inexactas. Incoherentes con su insana práctica en la estúpida simetríade la realidad.
En tu vereda está la filosofía de lo imposible. O de lo que fue posible en otra época pero. Y de este lado, las manos vacías. Pero también pero.

10/1/11

DeBt

Tal vez hoy vuelva al Salvador de tantos años atrás: aquel que tanto y que tan estúpidamente creía jugar con las palabras mientras alguien lo miraba extrañado. Quizá esté regresando ahora mismo a aquellos momentos de ese tonto cuento que alguna vez alguien respondió creyendo ser Soledad y, por esas vueltas de la vida, terminó siéndolo (de modo anacrónico, por supuesto).
Como decía, ese extraño retorno me lleva al acto pueril de lo lúdico, de lo abstracto del juego con las palabras. Porque el título no es casualidad, tu nombre tampoco. La deuda. Es la deuda, sí. Hace años tendría que haber escrito esto, pero otra vez me caí afuera del tiempo. La deuda es con vos, con tu voz, con el tiempo mismo.
Busqué la pureza que lleva consigo el olvido -ese estado estéril de las cosas y los recuerdos- para poder escribirte siendo YO. Sin embargo, no logré alcanzar ese estado. Algo que urgía ordenó que estas palabras sean escritas ahora mismo, aunque lo haga a través de otras manos. Aunque mire a través de otros ojos. Aunque cuando piense en tu cara vea otra cara, e imagine otras cosas que vos nunca harías o dirías. Por eso merecés una disculpa de antemano. Por no ser YO quien redacte. O por ser YO quien lo haga, pero desde otros dedos, desde otras ideas.
Te preguntaría qué formas creés que el amor puede tomar. Y vos me mirarías, me sonreirías, me acariciarías el pelo y me dirías -qué importa, tontito, que importa. Acordate de la flor amarilla-.
Y esa sería vos. La de sonrisa transparente, los ojos grandotes y la voz dulce.