16/11/12

Pensamientos Acuáticos

Venía pensando -mientras saco regularmente la cabeza para respirar- que el tiempo se encarga de juntar los cabos sueltos. No sé bien por qué, no sé como. Porque en general solía incomodarme la inacción, o la acción misma de esperar a que algo pase, o no esperar nada.
No tengo idea como mi cabeza llegó a esos pensamientos: quizá había sido parte de un sueño, o de algo que había pensado o recordado otro día. Quien sabe.
También venía pensando  que suelo recordar a la gente sin pensar en sus caras. Diría más bien que recuerdo gestos, olores, movimientos, maneras de pestañear. Ese proceso muchas veces me es ajeno e incosciente; pero cuando logro darme cuenta, me pregunto cómo es que me acuerdo de  Juan Carlos o de Mirta sin pensar en sus rostros.
Y por eso también me acordaba de cierta charla en una cena con alguien de quien ya me olvidé su cara: la conversación era aburridísima; la pizzería, horrible. Del resto de las personas, ni registro. Pero recuerdo a aquella persona hacer un gesto con el hombro, como levantando, y recuerdo que a partir de ahí, nada fue lo mismo. O sí. La charla siguió igual de aburrida, pero algo en la noche había cambiado, se había roto. Algún punto sensible del Universo había sido tocado por ese movimiento, y yo lo percibí.
Para sorpresa de los presentes, me levanté, me despedí y me fui -no sin antes dejar mi parte de lo que yo supuse deberíamos pagar posteriormente-. Hoy mismo me doy cuenta que repito ese gesto del hombro de aquella persona esa noche.
Y mi manera de recordar (empiezo a sospechar) tiene que ver lisa y llanamente, con apropiarme de movimientos ajenos.

Todo eso pensaba para no acordarme de los miles de metros que faltaban nadar con fiebre, con los hombros doliendo, con los brazos pesados y las piernas que no respondían.
Igual, terminé todo.

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